star of the sea

maliah.

let the ocean teach you that you can be both: calm and chaos, gentle and strong.

background.

Maliah nació una mañana templada de mayo de 2000, en Portland, Maine, donde el Atlántico ruge contra la costa como si contara secretos antiguos. Su madre, Annie, era enfermera en el hospital regional, una mujer de manos firmes y voz suave, que sabía tanto de sanar cuerpos como de calmar corazones. Su padre, Thomas, era técnico forestal, un hombre de silencios largos y mirada pétrea, más cómodo entre senderos y árboles que en la rutina de un hogar urbano.El matrimonio entre Annie y Thomas fue un intento honesto de amor que no logró mantenerse en pie ante los envites del tiempo. Hubo momentos felices —veranos en cabañas junto al lago, domingos de panqueques y dibujos animados—, pero también discusiones ahogadas y silencios que crecían como la maleza en primavera. Cuando Maliah tenía diez años, la separación fue inevitable. No hubo escándalos, solo dos adultos que comprendieron que juntos ya no eran hogar.Por acuerdo mutuo, Maliah vivió con su madre durante los años más dulces de la niñez. Pero cuando cumplió catorce, cruzó el océano hasta Brisbane, en la costa este de Australia, para convivir con su padre, que había rehecho su vida bajo otro cielo y otras reglas. El viaje, que en principio sería temporal —un año lejos del lugar que la había visto nacer—, se convirtió en el punto de quiebre: su adolescencia entera floreció (y a veces se marchitó) en aquella tierra extraña.Australia era sol abrasador, insectos enormes, océanos turquesa y acentos veloces que a Maliah le costaba entender. Su padre, ahora casado con Margareth —una mujer meticulosa y amante del orden—, vivía en una casa con jardín geométrico y reglas invisibles. Allí también vivía Cora, la hija de Margareth, de la misma edad que Maliah pero con intereses y mundos completamente distintos. El roce fue inevitable. No era una cuestión de personalidades imposibles, sino de heridas abiertas: Maliah no había elegido esa vida, y durante mucho tiempo se negó a habitarla.Los primeros años fueron de lucha silenciosa, de negarse a poner raíces. Pero poco a poco, como la marea que empuja aún cuando parece retirada, Maliah entendió que no volvería pronto a Estados Unidos. Así que, con rebeldía contenida pero firme, decidió hacer de esa isla su propio territorio. Comenzó a mirar con otros ojos la fauna salvaje, los arrecifes lejanos, los susurros del mar en noches sin luna.Retrasó su entrada a la universidad, indecisa, perdida entre pasados partidos y futuros inciertos. Pero hace cuatro años encontró su vocación en las profundidades: se matriculó en Biología, con la intención de especializarse en Biología Marina. Le fascinan los ecosistemas invisibles, las criaturas que habitan donde casi nadie mira, los misterios aún no desvelados del océano.Hace poco, Maliah alquiló una habitación en una vieja casa de madera a pocos pasos del océano, donde el salitre se cuela por las rendijas y el viento canta a través de las persianas. La casa pertenece a una anciana llamada Coral —nombre que parece salido de un cuento marino—, una mujer de espíritu libre, cabello blanco recogido en trenzas finas y pulseras de conchas tintineando en sus muñecas delgadas. Exuda esa serenidad peculiar de quienes han vivido mucho sin apurarse por nada.Coral es una hippie de otro tiempo, amante del incienso, la música de Joni Mitchell y los silencios largos. No impone reglas, solo deja que la casa respire con quien la habita. Maliah encontró allí algo parecido a la paz: una habitación modesta con una ventana orientada al este, desde donde el amanecer entra sin pedir permiso.Aunque ambas mujeres valoran la soledad y el espacio propio, hay momentos —raros y valiosos— en que sus mundos se tocan. A veces comparten un café en el porche, los pies descalzos sobre la madera tibia, mirando al mar que no deja de moverse, como si también estuviera buscando algo. Conversan de todo y de nada: del clima, de los sueños, de la luna llena y de ballenas que nadie ha visto pero Coral asegura haber sentido cerca.En esa casa sin relojes, cerca del mar y lejos del ruido, Maliah ha encontrado un refugio imperfecto pero sincero. Un lugar donde el tiempo no aprieta, donde puede construir su vida al ritmo de las olas y con la certeza de que, por fin, está eligiendo su propio hogar.

behaviour.

Maliah es un torbellino disfrazado de persona: impredecible, vibrante, imposible de ignorar. Su risa tiene la fuerza de una ola rompiendo contra las rocas —inunda todo a su paso, se queda resonando incluso cuando ya no está—, y su ira, cuando llega, es como un vendaval que desordena el aire. Habita el mundo con una intensidad que incomoda a los tibios: es extrovertida hasta el exceso, teatral sin pedir permiso, celosa con un candor que la delata y honesta con la crudeza de quien no sabe mentir ni siquiera para consolar.Tiene una colección de manías hermosas: guarda conchas como otros guardan cartas de amor, cambia el color de su cabello como si su cuerpo fuera un lienzo que pinta con las estaciones, y carga siempre con un cuaderno deshilachado donde escribe sueños, frases sueltas, nombres de peces, y todo aquello que teme que el olvido le robe.Hay en ella una extravagancia natural, como si hubiese nacido para desafiar la norma, no por rebeldía sino por autenticidad. Es leal sin condiciones, con una devoción casi feroz hacia quienes ama, y no negocia sus principios aunque tiemble todo a su alrededor. Tiene el corazón en llamas y los pies tanteando el suelo, como si todavía estuviera aprendiendo a echar raíces sin perder el impulso de volar.Pero lo más admirable de Maliah —lo que no siempre se ve a simple vista— es su capacidad de habitar el limbo entre dos mundos. Aprendió a forjarse sola, entre despedidas y comienzos, sin anclarse del todo a nada, pero sin abandonar del todo ninguna parte de sí. Lleva consigo fragmentos del norte y del sur, del pasado y del porvenir, como si fuera su propia brújula. Y aunque a veces parezca errante, sabe perfectamente hacia dónde no quiere volver.

headcanons.

  • Le gusta coleccionar conchas marinas raras, pero nunca las guarda en algún orden particular; sus bolsillos y mochilas siempre tienen algo de arena dentro.

  • De niña le gustaba escuchar las historias de faros y pescadores en Maine que le contaba su padre.

  • Amante del café fuerte al más puro estilo estadounidense, pero se ha aficionado en la última época a los "flat whites" australianos para beber entre horas.

  • Tiene la costumbre de levantarse temprano para ir a surfear o a hacer algo de ejercicio, generalmente correr por la playa.

  • Sabe pescar, y aunque no lo hace con demasiada frecuencia, a veces simplemente coge sus artilugios y se va a algún sitio apartado para pensar y refugiarse cerca del mar, donde sus pensamientos se vuelven algo más nítidos. Es parte de la herencia de su abuelo en Portland.

  • Sus playlist son caóticas: desde el folk de Nueva Inglaterra hasta el rock psicodélico australiano. También tiene unas cuantas para cosas específicas y rarísimas: "caminar bajo la lluvia", "lavar la ropa enfadada", "rutina de noche".

  • Le encanta la bisutería. Anillos, pulseras, colgantes; generalmente comprados en mercadillos locales y artesanos.

  • Su piel está cubierta en gran parte de tatuajes; muchos cuentan historias pasadas y otros se los ha hecho porque de alguna manera se siente identificada con los trazos de tinta.

  • Le encantan las tormentas, sobre todo aquellas que se mezclan con aparato eléctrico. La electricidad en el ambiente y ese olor tan particular.

  • Casi siempre camina descalza, excepto cuando se ve obligada a utilizar zapatos por cuestión de etiqueta.

  • Es obsesiva con los olores: cambia habitualmente de perfume y de velas.

  • Hace listas para casi todo: la compra, cosas por hacer, planes, sueños.

  • Tiene una de esas risas contagiosas, demasiado estruendosas a veces y le brotan lágrimas de los ojos cuando se ríe demasiado.

  • Su pasión es el mar y todo lo referente a ello; pero también siente una verdadera fascinación por el cielo, las constelaciones, el clima y el espacio.

  • Nunca la verás con un par de calcetines iguales, siempre los suele llevar desparejados.

  • Le cuesta muchísimo pedir ayuda; prefiere aparentar independencia total.

  • Es olvidadiza, y se siente tremendamente culpable cuando se olvida de algún cumpleaños o de alguna fecha importante.

  • Antes de dormir suele imaginarse a sí misma en otro escenario diferente, en otra vida. Valora los pros y los contras con respecto a la que está viviendo.

  • Aunque dice ser un espíritu libre, en el fondo ansía tener un sitio que pueda llamar "hogar" para siempre. También una persona.

before interacting!

@HXTMERM4ID en X es una cuenta de rp y, por tanto, cualquier discurso o acción que no sea señalada debidamente como tal, formará parte del pensamiento y el lore del personaje. pido encarecidamente que nada se tome personal y traspase la barrera entre personaje y usuario detrás del mismo.trigger warning.
se advierte al lector de que podrá encontrar referencias explícitas a abuso de sustancias, tanto drogas como alcohol, y otros temas calificados como sensibles. asimismo, también se podrá encontrar contenido calificado de erótico y/o sexual en la cuenta (nota aclaratoria: la misma no es sexrol; dichos encuentros siempre se producirán dentro de una trama y si existe química entre los personajes). por todo lo anteriormente mencionado, es decisión de cada usuario si lee, sigue o interactúa con Maliah. si te sientes incómodx, puedes dar softblock sin problema.
plots.
estoy dispuesta (y me encantaría, más que nada) a pactar tramas entre Maliah y otros personajes, así que mi dm estará siempre abierto para mutuals.

original character based on my own interpretation. please be respectful of other people's work, don't copy. !!!

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